El tatuaje

Y si, otra vez estaba en el colectivo y otra vez algo me llamó la atención. Esta vez no fue algo que escuche, sino algo que vi. Estaba sentada en la fila de los asientos dobles del lado del pasillo, escuchando música como es usual, cuando noto que la chica que estaba adelante mío, pero en la fila de los asientos individuales, tenía un tatuaje. No era uno de esos tatuajes que los notás apenas los ves, como los que ocupan casi todo el brazo, no, la chica se había tatuado el brazo, pero en un lugar poco frecuente, justo arriba del codo. Era un tatuaje muy chiquito y no, no era una estrellita o un símbolo chino, era sólo una palabra de dos sílabas: papá. Al principio me conmoví, me pareció muy tierno el hecho de que se haya tatuado a “su papá” en el brazo, pero después me puse a pensar, había algo más que no era común en ese tatuaje: la chica no se había tatuado el nombre de su padre, sino «papá», lo cual me pareció muy original e inteligente.

Suponiendo que su papá falleció, que es la primera conclusión que se puede sacar, y si no es así, me parece aún más admirable, porque la gente solo hace esa clase de cosas por sus seres queridos, cuando ya no están y no lo pueden apreciar. Bueno suponiendo que su padre falleció y quería recordarlo marcando su piel de por vida, ¿por qué no se tatuó el nombre de él? Y claro, si te tatuás el nombre de una persona, lo primero que la gente piensa es que representa el nombre de alguna pareja que tenés o que tuviste. También, por lo general, la gente es curiosa y pregunta quién es la persona detrás del tatuaje. Pero lo que hizo esta chica es inteligente porque evita las preguntas de los curiosos y atrae las de las personas que realmente se interesan en ella.