04 March 2011

Yo creía que... (2)

Al fin me animé a invitarla a salir. Estaba seguro de que me iba a rechazar, pero me dijo que lo pensaría y justo cuando ya no podía soportar la duda, aceptó. Mi felicidad era tan grande que no quería arruinar nada. Le propuse varias salidas y eligió la que más temía: una cena. Menos mal que tardó en confirmarme el horario, porque no estaba seguro de a dónde la iba a llevar. Obviamente no podía llevarla a un lugar de comida rápida. Tenía que ser algo más elegante, pero que se ajustara a mi bolsillo.
Cuando pasé a buscarla, tardó un poco en bajar, probablemente quería demorar la tortura de tener que verme. Apenas entramos al restaurante me di cuenta de que no había hecho una buena elección. Me señaló varias cosas que le molestaban, incluso la mesa que elegí especialmente para que podamos ver el cielo estrellado mientras comíamos. Qué suerte que ella le echó la culpa al mozo y éste no dijo nada.
La verdad es que no me gustaba el lugar ni la comida, pero fue lo más elegante que pude pagar. Ella parecía haber estado en miles de restaurantes y lo único que yo quería era una Big Mac. Mientras esperábamos nuestra orden, le pregunté algunas cosas sobre ella. Había creído que era una chica simple, pero resultó ser todo lo contrario. Cada vez tenía menos oportunidades de conquistarla.
Llegó nuestra comida y ella parecía disfrutar su plato mientras yo me esforzaba por tragar el mío. Me puse nervioso cuando empezó a preguntarme acerca de mí. No mentí, pero tampoco dije la verdad. Le conté que quería ser músico y que me iba muy bien en los estudios, lo cual es cierto, pero ella no sabe que estoy pensando en dejar la carrera para perseguir mi sueño. Por suerte dejó de preguntar antes de averiguarlo.
La acompañé hasta su casa y le conté algunas cosas que sabía sobre el barrio para evitar que volviéramos a hablar sobre mí. Seguramente no estaba escuchando nada de lo que decía. Ella tenía una vida tan interesante y yo trataba de hacerme el sabiondo.
Cuando llegamos a su casa, entró rápido. Era obvio que ya no quería escucharme. Antes de despedirnos, la miré y pensé en invitarla a salir de nuevo, e incluso en besarla, pero evidentemente eso no iba a pasar. Ella era demasiado para mí. Cuando cerró la puerta, sabía que no lo iba a volver a intentar.

4 comments:

Eterna Utopía said...

Oohhh... eso pasa por ser tímidooos. Hacé la continuación!! Jajaja, que la llame por teléfono después de una semana o algo así!!!

Anonymous said...

No, omiti el comentario anterior!! Charly tenia razon, NO MORE!

Ale said...

Esto de un post por mes no da... ponete las pilas!

viluma said...

Si, lo sé. Ahora hasta tengo un hater, ya no es cualquier cosa mi blog xD