22 April 2012

Acuario


Por alguna razón que todavía desconozco, me encontraba en una habitación. Sus paredes eran azuladas gracias al agua que se reflejaba y formaba pequeñas ondas. Se escuchaba un leve sonido burbujeante que provenía de un tanque enorme y cuadrado que formaba parte del centro de la habitación. Una tenue luz provenía del tanque y dentro de este: agua, seres vivos, un ecosistema, otro mundo... En mi mundo, sólo yo en una habitación con un tanque. Un acuario, dirían algunos.
 Dejé de contemplar un rato el otro mundo para detenerme en el mío. Había una figura más allá del tanque. Era una figura familiar a pesar de que no podía verle la cara, los detalles del cuerpo ni su vestimenta. No conocía el interior de sus pensamientos ni sus meras opiniones acerca de la vida, pero de algún modo me parecía que era yo. Alcé una mano para saludarme, pero no respondí. ¿Qué me pasaba? ¿No tenía ganas de saludar? Quizás estaba triste. Hice morisquetas y bailé un poco para levantarme el ánimo, pero seguía igual.
Al menos podría demostrar algo de interés o gratitud, y como seguía inmóvil, empecé a preocuparme. Podría ser que tuviera algún problema o me hubiera pasado algo serio. Tenía miedo de preguntarme, pero tomé valor y me dije: “¿Te pasa algo?”. Esperé una respuesta y nada. La impaciencia me estaba ganando. Yo acá, tratando de consolarme y nada. Me enojé y traté de conseguir una respuesta. “¡Contestame!”, grité. Y ahí estaba yo, igual que siempre. Ni me movía. Me desesperaba mi indiferencia. Tanto que hice algo impulsivo: agarré un martillo cuyo rótulo decía “emergencia”. “¿Qué más apropiado para este momento?”, pensé.
Rompí el vidrio y, por un momento, no me vi más. Tuve unos segundos de tranquilidad al no ver a esa figura frente a mí con su indiferencia. Fui arrastrada hasta el fondo del la habitación por la fuerza de una masa acuosa que se abalanzó contra mí. Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que estaba empapada, pero eso no importaba. Había roto el otro mundo y había traído sus habitantes al mío que ahora, luchaban por su vida. Decidí levantar la vista y enfrentarme, pero la oscuridad era tan penetrante que ni siquiera podía ver el fin de la habitación. Lo único que vi fue el vidrio roto, la ausencia del otro mundo y después de eso, el abismo, la nada infinita. No había señal de la figura, pero por fin estaba segura de quién era.

No comments: