Los
ojos se me caen, mis huesos están inmovilizados, mi piel está resentida y los
músculos cansados. Nadie quiere escuchar, ni menos leer mis quejas. Soy esa
clase de personas que si no encuentra la quinta pata del gato, se la inventa.
La imagina, la crea, le sale a la perfección y luego se encuentra con una
monstruosidad frente a sus ojos. Me doy cuenta de lo que hago, pero aun así
parece divertirme. El más perfecto de los momentos debe ser arruinado por las
imperfecciones que nadie ve o que prefieren no tener en cuenta. ¿Por qué
negarlas? ¿No son las imperfecciones las que hacen que las cosas sean
perfectas? ¿O son esas mismas imperfecciones las que no nos dejan ver las
virtudes de los que tenemos en frente? Solo vemos al monstruo y el monstruo
siempre debe ser algo malo. Aun así, no hay que olvidar que si podemos sacar
cosas malas de algo bueno, también podemos sacar cosas buenas de lo malo. El
monstruo puede ser lo más hermoso que hayas visto, incluso con cinco patas.
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