16 January 2013

Tranquilidad

Estaba cansada. Tuve que levantarme temprano y no estoy acostumbrada. No podía moverme, no podía salir, no podía funcionar. No tenía planes, así que me dirigí directo a la cama. Prendí el televisor y empecé a ver una película. Sabía que iba a repetir mi ritual de todas mis noches de insomnio: apoyar la cabeza en la almohada, ponerme cómoda, asegurarme de que no haber dejado nada prendido y… en lugar de disponerme a dormir, pensar en él. Estoy segura de que no es inconsciente, es más, todo ese ritual lo hago para pensar con tranquilidad, aunque en mi mente se destape una guerra.
Esta vez prendí el televisor para distraerme de esa rutina tormentosa. Estaba entretenida mirando cómo los personajes lidiaban con sus problemas sin detenerme a pensar en los míos. Casi ni me di cuenta de que él estaba en mi habitación; ahí sentado mirándome como siempre. Lo miré, le sonreí  y seguí viendo mi película. Mi concentración era increíble, nada me iba a sacar de ese pequeño momento de felicidad. Sin embargo, estaba consciente de lo que pasaba a mi alrededor. Él se me acerco tranquilamente, sin decir nada. Yo ya sabía lo que quería. Seguí mirando la película como si no notara su presencia. A pesar de que se acercaba cada vez más a mí y no me miraba, como si quisiera aparentar que no iba a hacer lo que yo ya sabía. No me moví, seguí tirada en la cama en la forma más cómoda y despreocupada posible.
Finalmente, hizo lo que pensaba. Se acurrucó encima de mí, como si yo fuese su parte favorita de la cama. Su cabeza estaba encima de mis pechos tratando de encontrar una posición adecuada. A mí no me importaba, seguía absorta en el mundo televisivo. A pesar de que no podía ver su rostro, sabía que no estaba ahí por lo mismo que yo. Tenía los ojos cerrados y pensaba quedarse mucho tiempo acomodado encima de mi cuerpo. Yo mostraba indiferencia, pero tenía que admitir que me agradaba sentir el calor de su cuerpo sobre el mío, y su respiración que tenía su propio ritmo y trataba de armonizar con el mío.
No es su costumbre hacer este tipo de cosas, pero cada vez que se decide, me siento más cerca de él. No hace falta ni mirarnos para sentir esa conexión especial. Una vez resignada a la situación, empecé a acariciar su pelo, y él no mostró ningún sobresalto. Esta situación poco usual, ya era un ritual. Un ritual que vale la pena mantener, porque los otros son simples círculos viciosos. Me puse a pensar en esa diferencia, ya ignorando el televisor…
Abrí los ojos y me di cuenta de que me quedé dormida. Él seguía ahí, apoyado sobre mí como si fuera el mejor lugar para estar dentro de toda la casa. Me di cuenta que el televisor estaba apagado, aquello que antes me entretenía tanto, en ese momento tuvo otra función. Miré la pantalla y pude ver el reflejo de su rostro tranquilo y sereno. Estaba tranquila y en paz, me sentía acompañada dentro de tanta soledad. Su cuerpo no me dejaba mover mi brazo adormecido pero no me importaba. Lo único que quería era disfrutar de ese momento de tranquilidad junto a mi gato.

No comments: